15 abril 2010

MICRORRELATOS/ Vencedor categoría 12-18 años

JENNYFER: LA IMAGEN

Toda esta historia comenzó con aquella llamada de teléfono...

a altas horas de la madrugada. Tus padres no oyen ese ring intermitente que te está poniendo muy nervioso y decides levantarte a contestar, pero no hay nadie al otro lado del hilo telefónico, sólo se ye el ruido de un televisor. Vas al baño a lavarte la cara, te miras al espejo y tu imagen empieza a hablarte. Entonces te ves tu reflejo en la pared. Está quieta pero la imagen de tu espejo está mirándote a los ojos y se está moviendo, haciéndote gestos y hablándote de qué tal el día, cómo te va y todas esas cosas que te preguntaría una persona normal y corriente.

Y te preguntas cómo está ocurriendo tal cosa y cómo ha podido pasar y te piensas que es tu imaginación, pero te quedas pensando un buen rato y te lavas la cara y te vuelves a mirar al espejo, y tu imagen sigue hablándote como si tal cosa. Y ya te das cuenta de que no es tu imaginación.

Te vas corriendo al salón a decírselo a tus padres pero ellos no te creen y les afirmas que es la sincera verdad y que si no se lo creen que fueran a verlo, y lo peor es que vas y ya tu imagen no te habla y todo parece normal y tus padres te ven como loco y mentiroso. Pero al rato de que se vayan tus padres la imagen te sigue hablando tan tranquila y sin parar.

Y a los días te haces amigo de tu imagen, te comprende, le pides consejos y ella te ayuda. Al tiempo empiezas a pensar que estás loco y que hablas contigo mismo, pero tú en realidad sabes que es como un espíritu o un fantasma, aunque sabes que no es una persona normal como los demás.

Entonces con el tiempo recuerdas esa imagen siempre en tu cabeza y crees que te persigue por todas partes. Se lo cuentas a tu madre y ella histérica grita y decide llevarte a un psicólogo. Al cabo del tiempo te das cuenta de que lo único que pasaba era que estabas loco perdido. Así que te preocupas tanto que decide son mirarte nunca más al espejo. E imagínate como irá a clase despeinado todos los días el pobre.

El niño desesperado y despeinado le dijo a su psicóloga que no quería volver a ir al psicólogo, que ya lo había superado y que odiaba ir a un sitio donde le creían loco. Un día cualquiera el niño le dijo las cosas claras a su madre y a su psicóloga: que ya estaba HARTO!!!! Ese mismo día se fue al espejo y a mirarse y se dijo a sí mismo:

- ¡No volverás a hablarme nunca más!

Y él, contento de que la imagen no le había contestado, saltó de alegría.

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