12 abril 2016

Me quedé muda de tanto chillarle al viento


Me desperté en medio del desierto, estaba amaneciendo y me senté en la arena… Hacía días que había decidido escapar, quería ser libre, quería respirar, quería dejar de sufrir, es difícil llevar una vida pesada que no te deja avanzar. Nunca me había atrevido a andar por mi cuenta, ni siquiera se me había pasado por la cabeza hacer esto, pero me he dado cuenta de que es bueno tener alas y poder decidir por ti mismo lo que quieres sin que nadie intente cambiarte. Decidí ir al desierto porque es una zona aislada, sin nadie que pueda molestarme ni puede intentar dañarme, el desierto es infinito, espacioso, solitario y es el sitio con el que siempre había soñado. En mis sueños todo era perfecto, hasta parece real porque en ellos puedo bailar, gritar, pensar, reír hasta llorar, llorar hasta quedar agotada, sentirme bien, sin ninguna carga en la espalda, y sobre todo puedo caminar recta, con la espalda ligera de preocupaciones.

De repente e quedé mirando a un punto fijo y me di cuenta de que me sentía sola y que escaparse no es tan bueno. Empezó a invadirme una sensación de pánico y todos mis miedos empezaron a seguirme. Tenía ganar de llorar y en cuanto tuve mínima intención de de gritar…

Me quedé muda de tanto chillarle al viento.
A.R
Éste ha sido uno de los trabajos ganadores de la categoría media del Concurso de MicroRelatos 2016

 

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